Por Ricardo Bustos
Es difícil poder comprender la crisis moral que atravesamos los países emergentes cuando desde todos los medios tratan de explicarnos las causas que ni ellos mismos pueden analizar porque en gran medida son los grandes culpables.
Las Naciones Unidas, Unicef, OEA y todo organismo internacional que debe investigar, desarrollar y actuar en consecuencia sobre las formas de guiar a la sociedad, están integradas por los mismos ciudadanos, las mismas debilidades y falta de responsabilidad que quienes nos miramos en ellos para buscar algún tipo de soluciones a los problemas que no sabemos ni podemos solucionar. No hace falta ser un puritano para darse cuenta que nos están bombardeando todos los días y a cualquier hora con noticias que aterrorizan a los televidentes, aunque debemos aceptar que son reales, existen.
Basta con encender el televisor por las noches y buscar alguna película para descargar un poco las tensiones de la mente y el cuerpo luego de una dura jornada de trabajo para llenarnos los ojos de lágrimas y el corazón de pena porque todo… todo lo que se exhibe es violencia, golpes, asesinatos, trampas de todo tipo en donde siempre triunfa «el malo», ese que según parece, hoy es el ídolo de las multitudes porque está de moda disfrutar con el daño que se produce al otro.
Protestamos contra la violencia de género y mostramos en los teleteatros o telenovelas nacionales e importadas, cualquier tipo de escenas que se pueden encuadrar dentro de la gama de prostitución explícita y en horarios que todos sabemos, frente a la pantalla hay menores o gente mayor no muy afecta a este tipo de escenas porque fueron formadas en otra época y con otra cultura y a quienes también les debemos el mayor de los respetos.
Viajamos por las rutas y observamos como se detienen muchos automovilistas al costado de la cinta asfáltica para hacer sus necesidades a la vista de todos sin importarles absolutamente nada sobre el impacto que produce en quienes involuntariamente son testigos del caso y si algo mas feo podemos agregarle es que quizá tienen una Estación de Servicio antes o después del lugar en el que se han detenido.
La publicidad televisiva de hoy se basa en la estupidez humana, la misma que pone a la mujer como objeto y al hombre ni siquiera como sujeto porque se trata de poner un rótulo de felicidad donde se ve a las claras el fracaso por no saber llevar una vida normal en un mundo que de por si está bastante convulsionado.
Si vemos que la escena muestra a un grupo de personas reunidas para disfrutar de un almuerzo o cena, lo primero que se ve en primer plano es la bebida porque de lo contrario, según la moda, si no hay bebida no hay diversión y lo mismo ocurre con las fiestas en boliches o en casas de amigos a lo que deberemos agregar una buena dosis de alcohol en la denominada «previa», ese tipo de reuniones que dejan un tendal de borrachos de ambos sexos, los mismos que al otro día no se acuerdan en que lugar estuvieron o lo que es peor con quienes estuvieron sin poder darse cuenta sobre las posibles consecuencias del día después.
La dirigencia política mundial sabe y mucho de esto que nos pasa y por ello no actúa, porque de la manera como se van desarrollando todos estos métodos de «nueva vida», les resulta mas fácil dominar a los ciudadanos.
Así vamos transitando por este nuevo mundo. Las sanas costumbres hoy se convirtieron en muebles viejos reemplazadas por metodologías facilistas que no conducen a nada. Estamos viviendo el día a día, sin planificar un mañana que nos podría cambiar la vida si nos miramos un poco en el espejo y reconocemos en que nos hemos convertido.
No se si todavía estamos a tiempo pero no estaría mal intentar poner freno a esta desesperación por disfrutar de nuevas costumbres a las que nos llevaron como la zanahoria al burro. Somos inteligentes pero todo indica que nos gusta mas la comodidad del que no sabe, no se preocupa o nada le interesa. No se trata de volver atrás en el tiempo sino de reflexionar sobre lo que estamos haciendo hoy para saber en que estamos fallando para que todo lo que estamos haciendo deje de ser una inminente pesadilla a corto tiempo. No se trata de edades o sexo, solo existe una vida y no tiene recambio.
«Estamos en una crisis que yo llamo barbarie, porque es una barbarie», José Luis San Pedro. Escritor, humanista y economista español (1917-2013)